Además de contaminar directamente los alimentos con excrementos, plumas o parásitos, las aves son una fuente común de enfermedades transmitidas por los alimentos. Por ejemplo, se ha descubierto que las palomas tienen la bacteria salmonella en las patas, por lo que pueden propagar la bacteria cuando caminan en lugares donde las personas ponen comida, como bancos o mesas al aire libre.
El contacto con las deposiciones de las palomas supone un riesgo menor de contraer histoplasmosis, criptococosis y psitacosis y, la exposición prolongada a sus heces y plumas puede causar la pneumonitis conocida como pulmón del cuidador de aves.